La metamorfosis



Cuando Gregorio Kaczka se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en Mar del Plata. Sobre su cabeza, dos lobos marinos de piedra enmarcaban un amanecer ventoso, y cerca del hombro un madrugador en sunga se untaba delicadamente factor 15.


“¿Qué me ha ocurrido?” pensó Gregorio al tiempo que se rascaba la cabeza y una lluvia de arena caía sobre su almohada.


La familia, lejos de horrorizarse y despreciarlo, no tardó en calzarse la malla y disfrutar del día de playa. Gregorio Kaczka debió conformarse con comer miguitas de factura o granos de choclo embadurnados en manteca que caían azarosamente sobre su cara.


Una mañana la familia lo encontró muerto. Le habían clavado una sombrilla en plena frente, pobre ángel.



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