Podrías haberme dicho…





Podrías haberme dicho
que no que estabas fuera que me medías
que los ojos que la frente que la espalda
que Miserere que las palomas que la calle es un caos no salgas
Quedate.
Podrías haberme dicho
que esto no se pierde
que esto no es humano
que esto se cae que sos un nudo que te tienta el cajón de los cuchillos.
(Eso lo sabía. Y hiere.)
Podrías haberme dicho en todo este tiempo
que la marea subía
y que vos eras un ancla
que la piel zumba acá adentro
que la cabeza es un antro de fuego.
Podrías haberlo intentado.
Hilar suavemente este epitafio de palabras endemoniadas
que el cerebro que la mañana crepita que la peste
que no hay razón
que ya ni explota que ya ni Buenos Aires que ya ni
(…)



(Alimenté un patito ciego en el Mont Souris. Picoteaba el aire buscando una miga amiga. Y cuando los demás patos lo empujaban afuera del círculo, él vagaba siguiendo un hilo de agua que se había formado en un desnivel nimio de la tierra. Caminaba para el lado contrario del grupo y de mi miga de pan. Yo creo que cantaba una canción, que no se preocupaba, que estaba tan perdido en su ceguera que estaba bien de excluirse y tener hambre. Qué más da. El patito se va a morir y yo no sé si alguna vez voy a llorarlo porque ya no pertenezco a ese vapuleo de tiempo y cenizas que es París.)

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